
La pronación excesiva es un fallo común que ocurre dentro de la
estructura dinámica del pie. Un cierto grado de pronación es necesario para la
absorción de impactos pero la pronación excesiva, limita la capacidad del pie
para soportar eficientemente el peso del cuerpo.
La posición alterada del complejo pie-tobillo
que se produce con un alto grado de pronación también obliga al resto de la
parte inferior del cuerpo a estar desalineado. Esto puede causar problemas en
los músculos y las articulaciones por lo que es vital el fortalecimiento del
arco para mantener los pies sanos.
El pie es la base del cuerpo. Fuerte y flexible, es capaz de
soportar enormes fuerzas, permitiendo al mismo tiempo un alto grado de
movilidad. Esto permite que funcione tanto como un amortiguador y un generador
de movimiento, a la vez que proporciona una base estable para el resto del
marco del cuerpo. Hay muchos factores
biomecánicos que pueden contribuir a la pronación excesiva, incluyendo:
- músculos intrínsecos del pie débiles
- movilidad limitada de la flexión dorsal
del tobillo y la pantorrilla
- flexibilidad de los músculos inversores
(por ejemplo, tibial posterior)
- inclinación anterior de la pelvis, etc
En una persona que prone excesivamente,
el hueso del talón entra en una posición de eversión lo que significa que se
aleja de la línea media del cuerpo. El movimiento opuesto de eversión es la
inversión. La inversión es un movimiento que necesita ser controlada para
evitar la pronación del pie en exceso.
La estructura del pie además presenta 3
arcos principales: anterior, exterior e interno.
En cuanto al último está formado por el hueso del talón en un lado y el dedo gordo en el otro extremo. Durante la marcha el peso se transfiere desde el talón hacia la parte delantera del pie. Con el fin de mantener el arco estable el dedo gordo del pie tiene que ser empujando hacia atrás contra el suelo. Si dicho dedo no realiza correctamente el movimiento, empujando hacia abajo, entonces la parte delantera del pie se deslizará hacia fuera en la abducción, lo que resulta en la pronación excesiva de todo el sistema.
Es la cabeza del primer metatarsiano la que realmente estabiliza el pie con la ayuda de varios músculos como pueden ser el aductor, flexor corto y abductor del dedo gordo.
Con cada paso, el movimiento del talón tiene que ser controlado para evitar entrar en mucha eversión, así como estabilizar la parte delantera del pie por la acción del dedo gordo del pie presionando hacia abajo en el suelo. Una vez se tenga una imagen de ese concepto en la cabeza es mucho más fácil empezar a poner en práctica los conceptos.
En resumen, una combinación de ejercicios específicos para el pie y unas plantillas personalizadas recomendadas por un profesional ayudará a mejorar la marcha.
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